He oido la noticia de que la carretera
hacia el pueblo de mi padre, Liborina, será
asfaltada en el próximo año:
fue para mí como si se me borraran de golpe
todas las letras y todas las palabras
que mi padre me dicta
a través del polvo blanco que levantan los autos
al pasar,
como si nunca más mi padre me volviera a escribir
sus cartas del pasado,
en las páginas que sólo yo entiendo,
en donde dan altas voces de alegría y secreto
las clavellinas y los pastos del verano,
en donde yo duermo y muero muchos días antes
de morir...
Yo que soy un hombre frágil de niño
tuve buenos años
me sentaba en el quicio de la casa y veía pasar la gente
con una fuerza terrible veía pasar la gente
y me enamoraba de las ventanas encendidas en los
edificios cercanos.
Había sitio para todos.
Nada era mejor que otra cosa. Esa es la infancia
que como un hombre religioso cada uno debe
esforzarse por traer
Como un sastre que es mago y poeta a la vez
Cada cual debe pulir ese traje que se llama Paraíso.