De ahí su elegancia. Lo imperfecto es elegante, vivo, inesperado, gracioso. Piensa en cómo lo asimétrico, por ejemplo, remite a la simetría sin agotarse en ella, hace aparecer la simetría, pero juega con ella y la enriquece con su desobediencia. No nos interesa tanto la perfección, que tiene siempre frialdad inhumana, como el intento por alcanzarla. Anomalías: piensa en una vaca, pero roja. Piensa en una vaca, pero sonámbula.
Un cuadrado con uno de sus lados levemente ondulado es más interesante que un cuadrado trazado con regla. Pero el caos acecha: si los cuatro lados del cuadrado son ondulados, el interés disminuye. El punto estético está, pues, en la relación entre la vibrante ondulación y el autoritarismo de la regla. Caos es fracaso. Rígida perfección, también. El acierto está en la tensión entre estos extremos. Es un cierto equilibrio. Donde hay equilibrio, hay actividad. Belleza es actividad. La forma de pera genera actividad mental, tensión juguetona, irresolución, suspenso.