La policía me pega por haber matado al mellizo, me pega con cinturones negros de hebillas anchas y plateadas. Quieren que les cuente la historia del mellizo muerto. Policías violadores con todo ese correaje sagrado, con ese olor a cuero, quieren que cante, que declare cómo maté al mellizo. Ahí está la madrecita mirandomé, mi padre, el paraguayo, todos rodeandomé, me torturan y me gritan asesino. Le sonrío al policía y le señalo al paraguayo con el dedo y le digo él es el culpable por glotón. Pero me ponen la luz en los ojos y me preguntan dónde escondí el cuerpo del mellizo muerto, entonces les cuento lo que me contó la abuela, de que está en la Chacarita, el último nicho empezando a contar de la derecha, cerca de la tumba de Gardel, tan alto que nunca alcancé a ponerle flores.
Yo no lo conocí al muerto, cuando él murió yo no había nacido todavía, sólo sé que eran dos varones, uno no resistió la inyección y murió, murió porque llevaba la sangre del padre, el otro, el que llevaba la sangre de la madre se salvó.
Yo no puedo correr porque llevo al mellizo debajo del brazo, que me pide que lo proteja, es entonces cuando aparece el guerrero alto armado de una lanza y comienza a perseguirme y a arrojarme lanzazos mientras que en la otra mano blande una enorme espada y amenaza con cortarme la cabeza, el hombre ese me pide el frasquito, yo agarro una de las lanzas que me arrojó y me doy vuelta para matarlo, pero su grito me paraliza "ahí no, que murió el rey antiguo", miré al suelo y me di cuenta de que estaba parado dentro de un círculo rojo, el mellizo había recibido un lanzazo y andaba por el suelo moribundo, de pronto, se empieza a transformar en un frasquito, un frasquito parlante que me pide que no lo deje solo, que lo lleve conmigo, entonces el gigante, sin compasión alguna, lo aplastó con uno de sus enormes pies, el frasquito llora y se muere y el círculo donde está parado se transforma en un charco de sangre.