Si todas las personas pudiesen soportarse a solas un domingo, el mundo sería mucho mejor. Nadie nos enseña a ser individuos independientes. La individualidad parece ser un mal, un estigma que supone que uno es un egoísta, un ser monoambiente, un tipo que sólo mira el ombligo. Y un tipo que hace eso es un tipo de mierda. En fin, todo eso es una jodida idea de las cosas.
Una persona que puede valerse por sí misma es una gran persona. No estoy diciendo que eso signifique que sólo hace lo que quiere, que no se compromete con nada ni con nadie. No. No estoy diciendo eso. Digo que uno puede y debe querer disfrutar un domingo lluvioso de invierno, sin sentir una necesidad infinita de estar acompañado. Porque añorar estar sólo es un buen síntoma, es sano.
Tengo que escribir aunque me esté durmiendo. Tengo que registrar el momento. Este y este. Y este también. Archivar emociones para cuando hagan falta. Recuerdos frescos, sin uso. Imágenes que meto en el freezer de mi cabeza y que luego, llegado el caso, descongelo para uso terapéutico. Todo aquello que sea terapéutico es bienvenido.
Desde pequeño te enseñan a razonar, pero a razonar desde un lugar que no acepta cuestionamientos ni objeciones. Se puede ser razonable solamente de algunas maneras y las otras posibilidades no parecen ser verdades merecedoras de tal categoría.
Mudando nos vamos acercando con suerte a lo que somos.
En el mejor de los casos mudamos para ser. Para alcanzarnos.
Y es malo desestimar el ritmo con el que se suceden las cosas.
(...) amar la música es saber que la perfección está en el silencio.