Y aquel trozo (la casa) mantenido en pie por capricho inexplicable. Ya lo ve,
ya lo valora en toda su hermosísima ruina, en toda su perdida soledad, en
todo su misterioso silencio cerrado por dentro. Y ahora no sólo que ya lo ve.
Puede tocarlo si quiere. Entonces le sucede lo que a todos cuando es posible
estar en lo que han deseado: no se atreve.