Nada entiendo, Señor, di lo que he sido.
Virgen es todo acto, el más impuro.
Yo no puedo llegar a esos oscuros
ángeles que he engendrado y que he movido
Acto, reminiscencia de lo puro,
que tan sólo una vez es poseído.
¡Oh su extraña inocencia en lo perdido,
que espera tus nevados ojos duros!
¿Va el tiempo hacia el ayer y no al mañana?
¿Va la estrella al ayer y no al mañana?
¿Va mi sangre al ayer y no al mañana?
Antepasado, hijo mío, realízame.
¡Oh tierra en que he nacido!, realízame.
Acto, príncipe oscuro, realízame.
No, no, memoria del pasado día
vengas sobre este sol y césped santo.
No vuelva yo a invocar refugio tanto
de lo que así se crece en despedida.
Quédeme tu intemperie y mi porfía
de caer, de volver de nuevo a alzarme,
no la raída pasamanería
que alza mi polvo y que tu luz deshace.
No me hartes de mí que hartazgo tanto
no soporta mi poca luz vencida.
Mas mi ayer fue tu hoy: no halle quebranto.
Volver a lo pasado no es mi ruego...
¿Pero y aquel aroma de la vida?
Retenga su promesa, no su fuego.