Sé muchas cosas:
no hubo sólo un Cristo
sino muchos;
no sólo el que acuchilla es asesino
sino el que mata de hambre,
no sólo los ladrones roban,
sé quiénes matan la ilusión,
quiénes aplastan la alegría y la esperanza
en esos pueblos que
caben
en la mira de un fusil.
Teníamos miedo a los fantasmas,
miedo a lo irreal
y nunca,
jamás nos espantó lo triste,
lo absurdo de la vida en esos pueblos polvorientos,
taciturnos,
que sueñan embriagados
de su propia ingenuidad,
de su pobreza.
¿Fantasmas? Claro que sí:
los niños que no comen,
los que mendigan,
los hombres que tienen que robar,
o matar,
o aceptar indignidades por un mísero centavo.
Los sombreros sin cabeza…
Ah ! bruissante de voix et d'échos,
et baignée de fleuves,
et en moi habitent les vies et les bois
de tous les âges du monde.
Mes branches se vêtent et se dévêtent
de longues pluies et de feuillage,
- je suis éternellement Lazare qui meurt et ressuscite -,
je suis aussi langage
je parle le vent et la vie,
je suis alcade, reine, ancêtre,
- la décrépitude et le bourgeon -,
sans fin nouveau né et aïeule,
continuité, Histoire.