Ramón Gómez , el joven y habilidoso traspunte, lo había preparado todo minuciosamente , había dedicado a esa labor la mañana entera, y ahoradaba las órdenes precisas para que, ante las miradas atónitas de Doña Benigna, del cura , de la hermana de la caridad, de las demás enfermas, de los visitantes, de todos los espectadores del teatro, La Fantasía , la noble y generosa Fantasía , derrotase a la traidora realidad.
Florecían rosas en el techo de la sala del hospital, y olorosos jazmines. La isla de la Fantasía estaba en las áridas tierras de Hondonadas que ahora eran fértiles y amenas, y pisando suelos de nubes o de algodón, una joven , en lka que la portera Mariano Bravo se reconocía, llegó a una plaza amplia y destartalada, con forña de raja de melón, y preguntó
- ¿ Para ir al palacio de la Fantasía?
- Es aquél