Verano de Exilio
Bajo un sol que se embriaga de saberse adorado y el desdén
de sus siervos,
recién convertido mi cuerpo a su culto imprevisto
ya no sabe aceptar la vergüenza de estar sano y salvo.
Pies desnudos en tomo remontan la dirección del viento,
se comprueban eternas las aguas en su férrea inquietud.
Cuerpos de muchachas frescamente dispersos
pero cuanta distancia de esas sangres que entibian la arena
a mi sangre furtiva que gusta en SÍ misma su peso,
su lacto escondido y floral.
Licencias que concede el azar a los regateos de la muerte
o de la vida.
Frente al espejeo de fondo de un mar balneario
mi sobrevida se trueca al precio de escasos doblones
de un viso irreal.
Realidad dividida en dos aguas,
como haría un velamen reseco de sal mi memoria se rasga.
Otro sol, entretanto, y a su sombra
bajo el signo que cubre Verdugo
alguien estará mordiendo el dolor de un silencio
………………………………………………………………………………..-¿ya inútil?-
Realidad dividida en las trizas de un grito
esos copos de su sangre todavía cayendo
con gravidez de vuelo.
Pero el viento contagia su forma difusa,
me concede su engaño el rebrote de la viva estación.
Recrudece el Verano aquí en la tierra del Torso Mutilado
mientras tuerce mi exilio otra vuelta de niebla
sobre el país-naufragio.
La memoria entrecierra el invierno de mi tierra dañada,
nuestra patria del largo cadalso en la longitud del mar.
El retorno
“A son réveil —minuit— la fenêtre était blanche...”
Rimbaud
Un carmín de geranios frugales refulgió en el balcón
apenas el tiempo de un atisbo al desgaire.
Luego del sobresalto del golpe de aldabas
recayeron las losas del patio en mudez conocida.
Te estrechó la capa con abrazo antiguo y la tarde acudió
con más prisa que antaño.
Las dueñas sumisas quemaron el sayo junto al olmo seco.
la piedra del muro y la llama de un cirio
reavivaron una progenitura de sombras con desgano nuevo.
Chasquido de pasos descalzos de una infancia esporádica
se ocultó a tu oído.
Un hosco relente de hoguera anegada pernoctó a tu lado,
y al despertar repentino de la medianoche la ventana fue blanca.
Pájaro en tierra
Icaro comprobó en carne propia el engaño de las alas.
Aún deben estar sus plumas a merced del vaiven de la resaca.
Poco serviría a los pájaros la moraleja repetida,
la confianza en sus alas crece en cada despegue y yaen el vuelo
es aquella una historia del todo carente de importancia.
Pero nosotros, nacidos más para el vuelo que para el arraigo,
mantenemos la vista en la altura
con esa extraña nostalgia del fruto recién desplomado al pie
del árbol.
Cielo vacio de alas es el de la Ciudad,
dominio de pajaros en tierra
con la vista baja en las plumas herrumbrosas
como esos matorrales de los parques salpicados de lodo.
Epitafio a un Tirano
(Paráfrisis de Juvenal, con perdón del perro del epitafio latino)
Perro de mal augurio, nunquam non latravit inepte,
ladraste hasta la sombra de tu madre,
diezmaste el rebaño y la jauría.
Callas ahora porque muerdes la tierra boca arriba
y vil presa eres del aullido de los miedos
que sembrabas.
En ésta tu noche térrea, ah, guardián de carne muerta,
no sabes cómo velar ya tus cenizas
Estridentes, blanquísimas, concéntricas,
agolpamientos de vértigo y desorden
como los rumbos de un destino en trizas,
y sin embargo exactas, descifrables, indivisas,
corazonadas con sesgo de promesa que se suman en la altura
a un horizonte de vigía.