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Citations de Vicente Huidobro (17)


Tombe
Tombe éternellement
Tombe au fond de l’infini
Tombe au fond du temps
Tombe au fond de toi-même
Tombe aussi bas qu’on peut tomber
Tombe sans vertige
A travers tous les espaces et tous les âges
A travers toutes les âmes tous les désirs tous les naufrages
Tombe et brûle en passant les astres et les mers
Brûle les yeux qui te regardent et les cœurs qui t’attendent
Brûle le vent avec ta voix
Le vent qui se mêle à ta voix
Et la nuit qui a froid en sa grotte d’os
Tombe en enfance
Tombe en vieillesse
Tombe en larmes
Tombe en rires
Tombe en musique sur l’univers
Tombe de ta tête aux pieds
Tombe de tes pieds à ta tête
Tombe de la mer à la source
Tombe dans l’ultime abîme de silence
Comme le navire qui sombre en éteignant ses lumières
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Vicente Huidobro
Deux poèmes



2

La chambre déserte
On sent s’en aller la lumière
Les ombres sortent de sous les meubles
Au loin les objets qu’on a perdus
Se rient
La nuit
La chambre s’inonde
Un cri
Plein d’angoisse

Personne ne m’a répondu
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Je suis ici
Où sont les autres?
Echo de geste en geste
Chaîne électrisée ou inerte
Rupture du rythme solitaire
Quels sont ceux qui meurent et ceux qui naissent
Pendant que ma plume court sur le papier?
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Vicente Huidobro
Ne vois-tu pas que tu tombes déjà?
Lave ta tête des préjugés et de la morale
Et si voulant t’élever tu n’as rien atteint
Laisse-toi tomber sans freiner ta chute sans peur au fond de l’ombre
Sans peur au fond de ta propre énigme
Tu trouveras peut-être une lumière sans nuit
Perdue dans les crevasses des précipices.
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Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.
Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.
Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.
Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.
El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.
Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.
Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.
Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.
Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.
Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.
La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.
Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
¿Qué esperas?
Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.
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»Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
»Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
»Un poema es una cosa que será.
»Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
»Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
»Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
»Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»
Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.
Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.
Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:
»Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?
»Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.
»Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.
»Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.
»Digo siempre adiós, y me quedo.
»Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.
»Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.
»Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.
»Ámame.»
Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.
Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.
Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.
Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.
Ah, qué hermoso..., qué hermoso.
Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.
Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.
Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.
De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.
Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.
La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.
Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.
Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.
Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.
Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.
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Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.
«Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.
»Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.
»Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.
»Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.
»Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).
»Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.
»Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.»
Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.
Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.
Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
«Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
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Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.
Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.
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Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
Amo la noche, sombrero de todos los días.
La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
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Maman voudrait que toute l'humanité voie le monde comme elle le voit.
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Me quedé mirándolo. ¿Cómo? ¿Gerardo ha dicho esto? Para un habitante de la luna no está mal. No sé por qué me dieron ganas de abrazarlo y lo abracé. Habría llorado sobre su pecho, sobre su pecho de hombre, de muchachote inocente, despreocupado, que acaso ya empezaba a despertara la realidad; habría llorado, pero no sé cómo pude contenerme. El podría ser mi aliado secreto, comprender mi angustia ante la tragedia que se siente en el aire. Pero seguramente él no siente nada. A veces la inocencia tiene intuiciones, tiene clarividencias que pueden engañarnos y hacernos creer que hay razonamiento en donde sólo hay rápidas vislumbres.
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Vicente Huidobro
Deux poèmes



1

Je garde en mes yeux
La chaleur de tes larmes
Les dernières
Maintenant tu ne pourras pleurer
Jamais plus

Par les chemins
L’Automne vient
Des doigts invisibles
Arrachent toutes les feuilles
Quelle fatigue !
Une pluie d’ailes
Couvre la terre
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Maman et papa sont doués pour couper les ponts.moi je n'arreterai jamais de jeter des ponts vers le possible et même vers l'impossible. Je jetterai des ponts dans le seul but de répondre à mes espérances.
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Le spectacle le plus intéressant pour l'homme c'est l'homme.
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Le sculpteur Bellonte, l'homme le plus vaniteux que j'ai connu,a dit ceci à papa à qui il voulait rendre un vibrant hommage :
- si je n'étais pas moi j'aimerais être vous.
Papa lui répond en souriant :
- si je n'étais pas moi j'aimerais être moi.
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Les croyants, tous les croyants sont des autruches qui ont peur et cachent leur tête dans le ciel
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LUCIFER

Tu attires parce que tu fuis. Tu inquiètes parce que tu es l’inquiétude.

GILLES

Je n’en savais rien. Je sais qu’elles viennent, qu’elles viennent de tous les points du monde et à tout âge, elles sont belles, elles sont pures, elles viennent chargées de songes, magnifiques de vertige, mais ce n’est pas tout. Je connais l’amour, je connais le corps de l’amour, je connais les yeux de l’amour, je connais ses lèvres, ses cris, ses gémissements, ses pleurs, ses mains, mais ce n’est pas tout. Il y a quelque chose, sais-tu, quelque chose qui m’échappe. Il y a quelque chose qui reste derrière l’amour, quelque chose que l’on pressent... Quelle angoisse ! Quelque chose que l’on ne peut atteindre et qui est plus grand que l’amour.
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