decir «no» no es malo. Decir «no» es quererte, es respetarte a ti misma. Decir «no» puede evitar problemas mayores, decepciones y malentendidos. Decir «no» nos permite tomar nuestras propias decisiones y por tanto dirigir nuestra vida hacia el camino que anhelamos. Decir «no» nos elude de implicarnos en situaciones de las que luego podamos arrepentirnos. En resumen, decir «no» es sano.
Es duro reconocerlo y me ha costado mucho tiempo interiorizarlo: la familia no la hace la sangre, la familia está formada por las personas que te quieren, que te apoyan, que te protegen, que están a tu lado, que te aportan…, y esa señora nunca ha hecho nada de eso.
Entre la niebla siempre se encuentra un rayo de sol.
Entre la tristeza, siempre una sonrisa.
Entre el drama, un motivo para reír