Es ésta una novela extraña y terrible, de una intensidad sorprendente, tanto más cuanto que emana de un personaje, José el carpintero, padre de Jesús, cuya discreta envergadura no despierta, de antemano, especial atractivo. Sin obviar ninguno de los rasgos que la tradición le atribuye, Martín Garzo convierte a José en una figura de la pasión amorosa: la del deseo que renuncia a indagar en su oscuro objeto sin exigir nada del mismo. En apenas cien páginas, Martín Garzo ha urdido un relato insólito y perturbador, original y bellísimo, al que resulta muy difícil encontrar paralelos en el ámbito de la narrativa española. Admira el acierto con que se conducen todas las estrategias mediante las cuales se enfrenta el autor a los graves riesgos que entraña su empeño, empezando por el muy peligroso de sucumbir a una mecánica alegórica. Es virtud principal de esta novela conseguir evitarlo, como lo es también el decoro y la verosimilitud con que se atiene a los elementos de los que se sirve, el atrevimiento con que actúa sobre ellos una imaginación sorprendente, repleta de hallazgos, o la forma con que la historia incurre en digresiones narrativas de enorme fuerza sugestiva que ensanchan su significación. Todo ello servido en una prosa que aspira a la transparencia; sin renunciar al temblor y al lirismo, una prosa eficacísima en el modo con que se nutre de metáforas y referencias bíblicas sin pretensiones arqueológicas, por el solo rigor de su coherencia constructiva, de una meditada sabiduría.
Ignacio Echevarría en "Babelia". 12 de junio de 1993.
(http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/garzo/book_fuentes.htm)